miércoles, 22 de agosto de 2007

Espejito, espejito...

Sneewittchen, la princesa cuyo rostro era blanco como la nieve, cuyos labios eran rojos como la sangre... una víctima de la vanidad...
Da la casualidad que la princesa llega al amparo de siete dwarfos.
Es curioso que en el conocimiento popular no se incluye dentro de las características del dwarfo acoger bellas princesas. Mucha de la magia del enano está incluída en el campo de la ocultación, el engaño y la ilusión, sin embargo la pureza del corazón de la princesa conmueve no sólo a uno sino a los siete, quienes desencadenan su ira dando muerte, finalmente a la bruja...

1 comentario:

Gastón dijo...

Me gusta la vision realista que tienes. y es que pocas cosas habìan en Europa màs crueles que los cuentos de hadas.