"Después de atravesar las infernales aguas del estrecho, los amigos se hallaron frente a una peña solitaria. Abrazados a lo que quedaba de su barca, quitaron el agua salada que les enturbiaba la vista y trataron de enfocarla en la imagen que tenían al frente.
Una niña sentada sobre la escarpada peña les hacía señas exageradas y agitaba una mano.
«Hola, soy Carybdis, es muy húmedo aquí no?»
Los amigos se percataron, para su horror, que el remolino de mar se alzaba cientos de metros a su alrededor.
La niña canturreaba para sus adentros. Su mirada era lo más extraviado que habían visto en la vida.
Aparentemente, no había salvación."
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